domingo, 30 de agosto de 2009

ESTUDIANTES 3 - GIMNASIA 0

OLE
Unico
Hubo una sola hinchada en el Estadio Ciudad de La Plata y también un solo equipo: Estudiantes apabulló a Gimnasia del principio hasta el final y después se dio el gusto de festejar la Copa Libertadores.

Que los clásicos son partidos aparte es un axioma que bien vale la pena discutir. El partido de ayer sirve para refutar esa verdad: de principio a fin el equipo que un mes y medio antes salió campeón de América superó al que en ese mismo momento zafaba del descenso.Pero pese a la relatividad del axioma, sí es cierto que en 90 minutos pueden disimularse las diferencias. Ayer esto no ocurrió. Estudiantes nunca vio peligrar su victoria, que consolidó recién en el segundo tiempo pero que en el primero le habían sobrado méritos para descansar sobre dos o tres goles de diferencia.La decisión de no dar la vuelta antes del partido insinuaba que Estudiantes iba a tomar este clásico como si fuera otra final. Sabía que relajarse acrecentaría las chances de Gimnasia. La presión, el juego y la dinámica que impuso el equipo de Sabella fue abrumador para el Lobo, que no pudo oponer otra cosa que pierna fuerte (se llevó cinco amonestados al entretiempo). Para peor, en ese período Madelón nunca consiguió que los suyos escucharan dos pedidos: tranquilidad para jugar y orden para defender. En 30 minutos Estudiantes le sacaba lustre a su chapa de campeón. Llegaba al gol por Salgueiro (previo foul a Clemente, de brillante debut) luego de haber rodeado a Gimnasia. Después se lo perdería un par de veces cuando la lógica indicaba que el segundo llegaría por decantación. ¿Y el Lobo? Sus fichas en el pizarrón sugerían que cerrarse para jugar en un espacio pequeño reduciría las chances del rival. La manera en la que encaró ese plan lo condenó: a fuerza de infracciones, nervios y debilidades defensivas.La mejor noticia del Lobo en el descanso fue ir perdiendo sólo 1 a 0. Tomó nota de ello y salió decidido a imponer su juego en el campo de un rival que, suponía, iba a cansarse en algún momento. Y es cierto que el Pincha lució más flaco de piernas, pero nunca claudicó en la presión. En base a ello se adueñó nuevamente del trámite y armó el segundo gol, que gestó Boselli y definió él mismo. Ya no estaba Verón, pero Matías Sánchez le hizo mejor al equipo que la Brujita, porque fue líder en la presión y, además, aportó los pases (como en el segundo a Salgueiro) que el capitán ya no hacía. El partido estaba definido. El gol exquisito de Pérez fue una piña para la autoestima de Gimnasia y un moño para la actuación del campeón, excelente en lo colectivo y apabullante en lo individual. A Estudiantes todo le sale bien. Hasta se dio el gusto de posponer la vuelta olímpica a riesgo de no darla. Al final hizo de la fiesta una función privada, sólo para sus hinchas.

La vuelta del Rey León
Al final, el campeón de América festejó con la Libertadores, ante su gente. Y Olé te cuenta el delirio...

Como en Belo Horizonte, hace tan poco nomás, primero había que ganar. Vencer, y luego, sí, festejar. Los dirigentes de Estudiantes intentaron convencer a los jugadores para que dieran la vuelta olímpica de la reciente Libertadores antes del clásico ante Gimnasia LP, y la respuesta del plantel de Sabella fue contundente: no. La idea, cuentan en los pasillos, era evitar que el Pincha se relajara y que pudiera salir como salió: a matar. A ganar el clásico, una vez más. Y luego, claro, a celebrar la Copa, como al final ocurrió, con los jugadores dando la vuelta y regalándoles a los hinchas unas camisetas que conmemoraban la edición número 50 de la Libertadores. La Libertadores, sí, del Pincha.Luego de que el plantel se negara a celebrar antes del encuentro, los dirigentes hicieron un intento más: les propusieron a los jugadores que aparezcan con el trofeo antes del calentamiento, así ya después podían tener tiempo para concentrarse. Y hasta les dijeron para entregarles medallas. Pero otra vez tronó el no, y la sola meta de enfrentar a Gimnasia LP, dejarlo de rodillas. Por supuesto, una vez más.

Y la fiesta continúa...
Está claro, es el comienzo de todo. El número que inició esta racha. Y que se las rebusca para estar siempre presente, aunque más no sea en la camiseta del hombre que inicia la goleada. Por eso, a esta altura, por qué no pensar que hasta los pecados capitales son siete como para seguirle la corriente a Estudiantes.Este equipo tiene una rara Avaricia. Atesora sus riquezas, quiere todo para él, busca seguir haciendo historia. Ayer la hizo otra vez: con esta seguidilla de nueve partidos invicto, alcanzó su mejor racha en clásicos. Y hasta la mejoró: entre el 64 y el 68 fueron seis victorias y tres empates y ahora suma siete y dos.Este equipo sabe desatar su Ira. Cuando el partido lo exige, cuando la adversidad golpea la puerta, cuando el rival convoca a un partido duro, de roce, friccionado, se fortalece, saca lo mejor de adentro, se enfurece en el buen sentido. Y te vence.Este equipo coquetea con la Soberbia. Con la soberbia individual. La soberbia jerarquía de sus jugadores. Y las soberbias actuaciones de los de siempre y hasta de los debutantes (Clemente).Este equipo juega con la Pereza. Parece que duerme los partidos, que se relaja y, cuando menos se lo espera, los liquida. Pasó con Arsenal y pasó ayer: pudo definirlo antes, se tomó un tiempo y lo hizo al final.Este equipo tiene Gula. No le alcanza con ser el rey de América. Sigue con hambre de gloria y va por todo: un resultado nuevo en esta racha de clásicos, el torneo, el Mundial de Clubes, la Recopa.Este equipo disfruta de la Envidia. que genera. ¿O no genera eso ganar un clásico, en una cancha llena con toda tu gente y, después, encima, sacar la Copa Libertadores para dar la vuelta olímpica?Este equipo vive de Lujuria. Y sí, señores, la fiesta del campeón de América continúa.

"Esto es una familia..."
Sabella, que empezó el día en el sepelio de su padre, justificó así la dedicatoria en los tres goles pinchas.

No fue un día más para Alejandro Sabella. Inició el sábado en el último adiós a su padre, Luis Jorge, fallecido el viernes. Y más tarde lo vio agradeciendo con los ojos húmedos tanta dedicatoria y tanto homenaje: los festejos de los tres goles terminaron con abrazos a él. "Desde lo futbolístico me reconforta lo que viene haciendo este grupo. Pero lo otro es más profundo, más importante diría yo. Son cosas que demuestran porqué Estudiantes está como está. Esto es una familia, hay una mancomunión muy grande. Un grupo de muy buenos jugadores dispuesto, además, a sacrificarse por una camiseta o por un ideal", reconoció.A pocos metros, Leandro Desábato vertía el reconocimiento inverso: "El cuerpo técnico nos inculca cómo es Estudiantes. Ellos nos enseñan sus conocimientos como personas y como jugadores y nos han hecho crecer. Hablamos entre todos de entender cómo se juegan estos partidos. Sin relajarnos ni festejar antes de tiempo".

Alerta Bruja
Verón salió por una contractura y sonó la alarma de Maradona: "Confío en que podré jugar con Brasil". Uf.

Estudiantes ganaba, es cierto, pero sólo 1 a 0 y se sabe la influencia de Verón en su equipo y en esta clase de partidos. No era un cambio cualquiera, entonces. Si la Bruja salía, era porque algo tenía. Algo que había encendido la alarma en el banco local, pero también la del propio Maradona quien, frente al televisor, seguramente ya había comenzado a preocuparse a una semana del choque contra Brasil. Sin embargo, aunque el capitán dejó la cancha, aunque no pudo seguir por una contractura en el isquiotibial derecho, al parecer la decisión de salir fue a tiempo. "Decidí no arriesgar más. Me di cuenta de que seguir era para peor, que no iba a mejorar. Ahora de mi parte voy a hacer todo lo posible para llegar bien al partido contra Brasil. Me muero por jugar y confío en que podré hacerlo", comentó la Bruja al final del partido. El pronóstico médico también es alentador. "La contractura que sufrió Sebastián, en principio, no reviste gravedad. Considero que, con una semana para poder tratarse, va a llegar al partido por las Eliminatorias", le contó el doctor Hugo Montenegro a Olé. De hecho, el volante no sufrió el típico pinchazo que marca la amenaza de desgarro. Fue una molestia que le apareció al final del primer tiempo y que, al no tener una reacción favorable, terminó en variante por precaución. Así como están las cosas, todo indica que, por esta molestia, tampoco llegaría al 100%. De todos modos, no está previsto realizarle un estudio en estas horas. Si es necesario, eso ocurrirá mañana cuando el volante se sume a la Selección.Sí tendrá Diego a un Verón que llega con el ánimo bien arriba, que sigue invicto en los clásicos y que, como hincha y líder de Estudiantes, ayer vivió una tarde mágica. "Fue un día increíble para todos. Ganamos, pudimos festejar la Copa con la gente... Más no se puede pedir. La semana arrancó bien, esperemos que termine mejor en Rosario...".

POPULAR
EL CLASICO NUNCA SE PINCHA
Estudiantes sabe la fórmula que conduce a la felicidadConcluyó una jornada redonda: ganó el gran choque y prolongó la paternidad con el Lobo
Tal vez pueda parecer un extraño designio pero lo cierto es que, en los últimos años, Estudiantes ha abrochado una espectacular paternidad sobre su rival histórico, con aquel 7 a 0 emblemático incluido. Pero claro que no es casualidad, que hay motivos como para que ello se haya establecido así, en los últimos tiempos. Atrás, muy atrás en el tiempo parece haber quedado aquel 4 a 1 de Gimnasia en el Bosque, aquella recordada tarde en donde el Turbo Vargas fue héroe y de la que ayer se cumplieron 1.539 días. Nueve clásicos sin ganar lleva el Lobo. Toda una rareza.Entre medio de eso, pasaron triunfos rutilantes y algunos ajustados (como aquel 1 a 0 que también tuvo como protagonista principal al uruguayo Salgueiro) pero siempre la alegría terminó de un solo lado. Del lado de un equipo que se fue consolidando con el tiempo, que tuvo como puntos culminantes aquel Apertura que le ganó de arremetida a Boca en una recordada final y la Copa Libertadores conseguida hace apenas 46 días en Brasil.Ayer, además de volver a sonreír en el clásico, Estudiantes se dio el lujo de dar la vuelta olímpica y de exhibir -un mes y medio después pero saldando una deuda con quienes no pudieron viajar a Brasil- la Copa Libertadores. El hecho de que no lo haya hecho antes del partido, abrió todo un marco de suspicacias. Pero lo cierto, es que se eligió hacerlo después del partido, por una cuestión de que los jugadores permanecieran concentrados en el partido. Le salió todo redondo, porque lo hizo justo después de un resonante éxito ante el rival de toda la vida, con toda la adrenalina del hincha Pincharrata puesta al servicio del festejo.Todo esto, dentro de un marco de un clásico tristemente célebre, por no contar con público visitante, en una medida discutible tomada hace unos cuántos días y de la que poco se habló. De todos modos, los hinchas de Gimnasia se las ingeniaron para lanzar algunas bombas de estruendo desde afuera de la cancha antes del partido, alquilar una avioneta y un parapente. Pero la alegría fue toda Pincharrata.

GOL A GOL
18’Maldonado le puso el cuerpo a Clemente. Verón amagó ejecutar el tiro libre que al final ejecutó el Chino Benítez y Salgueiro muy solo, sacó rédito del rebote de la barrera y fusiló de zurda a Sessa.
68’Sin egoísmos Salgueiro, la figura del partido, armó una jugada por la derecha, superó a Aued y mandó un centro al que Boselli, ingresando por el otro lado, no tuvo inconvenientes en mandar a la red.
76’Leandro Benítez, en otra de sus pinceladas, le metió una habilitación fantástica a Enzo Pérez, quien primero le ganó a los centrales y luego, con gran tranquilidad, superó a Sessa y definió con el arco vacío.

9 clasicos
Gimnasia ya se olvidó de lo que es ganar ante el rival de toda la vida.

Impuso su oficio con la paciencia de un orfebre
El equipo de Sabella esperó sus momentos y derrumbó a GimnasiaEl peso del oficio fue demasiado. Estudiantes empezó a ganar el clásico desde el primer momento. Apelando a su solidez y a la enorme confianza en sí mismo, este gran equipo que Sabella supo construir, terminó demoliendo a Gimnasia (3 a 0) y es otro de los que marca el paso con rendimiento ideal. El Lobo intentó poniendo enormes dosis de fervor -a veces se pasó de la raya y se convirtió en un equipo violento- jugando por momentos, pero casi nunca logró ser una oposición medianamente considerable y así, terminó cayendo sin atenuantes. El envión anímico que pudo haber significado la angustiosa salvación, parece haber quedado en el olvido y Madelón tendrá que trabajar mucho no solamente en el aspecto motivacional, sino también en tratar de hallar un equipo más o menos consistente, como para pelear la permanencia -aunque resulte temerario decirlo cuando recién la temporada descontó sus dos primeros partidos- con alguna expectativa.Una vez más, la cátedra acertó. La diferencia individual y conceptual que hay hoy en día, entre ambos equipos, quedó rápidamente plasmada. En la previa, dábamos cuenta de lo temerario que resultó la movida de Madelón de excluir a Messera para tratar de frenar con Aued el tándem compuesto por Clemente Rodríguez y Enzo Pérez (tal vez en el flojo nivel de Messera esté la verdadera razón de la decisión) y eso poco resultado le dio, ya que el pobre Aued ganó y perdió y el ex Boca fue un verdadero tractorcito y el mendocino, una alternativa de salida constante. Así, antes de los 20’ el lateral gestó el primer gol (el tiro libre vino luego de un topetazo adrede de Maldonado hacia él) y en la primera media hora, Estudiantes generó otras cinco situaciones de gol. Todo esto, jalonado por la vehemencia de un Gimnasia impotente que, recién en el último cuarto de hora, ofreció una resistencia acorde a la circunstancia. Entonces, el atractivo para el segundo tiempo, estuvo dado por el hecho de que el Pincha no lo rematara, lo dejara con vida.Pareció salir con otro énfasis Gimnasia a encarar el segundo tiempo al menos. Cuevas fue a jugar a la izquierda, pero allí fue tan improductivo como en el primer tiempo, cuando se volcó por el otro andarivel. Pero así y todo, Gimnasia llegó con un par de cabezazos. Uno de ellos de Teté González -el hecho de que los centrales jueguen casi en línea hace que deba ubicarse muy cerca de ellos- y otro de Vizcarra, que encontraron bien parado a Albil que al fin había encontrado trabajo ya que en la única llegada de Gimnasia en el primer tiempo, Vizcarra no había podido conectar un envío de Cuevas. Sobre el cuarto de hora probó Madelón, incluyendo a Messera por la derecha, Romero fue al otro sector y Aued al lateral. Pero después de ese remate del chileno Ormeño que Albil tapó en dos tiempos, Gimnasia se desinfló.Apreto el aceleradorEntonces, estaba todo dado para que Estudiantes apretara el acelerador. Y cuando eso pasó, la ilusión del Tripero se cayó como un castillo de naipes. Primero Boselli, aprovechando una habilitación de Salgueiro y luego Enzo Pérez con un paso de ballet, terminaron abrochando unas cifras letales para un Lobo que necesita serenarse y sumamente gratificantes para un Estudiantes cuya vigencia, parece aún no divisar, en el horizonte, su fecha de vencimiento.

EL ARBITRO
Beligoy no dejó una buena imagen
Más errores que aciertos jalonaron la tarea de Federico Beligoy (3). En lo técnico, tuvo algunas incoordinaciones con sus asistentes, sobre todo con Esquivel. Pero su talón de Aquiles, estuvo fundamentalmente en lo disciplinario. Llamó la atención que Gimnasia mantuviera once en cancha hasta los 32 minutos del segundo tiempo. A pesar de que en el primer tiempo Gimnasia vio cinco amarillas, Sessa y Sebastián Romero debieron haber sido expulsados. Acertó, eso sí, en la roja a Ormeño.

CLARIN
Estudiantes armó otra fiesta en la cita que más le gusta
Ya se le volvió costumbre terminar feliz ante Gimnasia. Salgueiro, Boselli y Pérez hicieron los goles.

Es un rugido de todos. De los de ese contorno unánime que ahora festejan como casi siempre en los últimos clásicos; de los de adentro que acaban de construir una goleada con más autoridad que brillo. Son ellos, otra vez leones, como bajo el cielo del Estadio Mineirao, hace tan poco. Son ellos, los de la mística pincha, dueños del clásico en los últimos 1.539 días. La fiesta continuará en breve, allí en 7 y 50, la esquina de tantas consagraciones. Pero ahora sucede un instante breve que tendrá espacio en los recuerdos para siempre: el mundo, ya no sólo América, parece de Estudiantes. En una popular en la que la barra brava no está visible, hay una bandera de los Emiratos Arabes Unidos, donde se disputará el Mundial de Clubes. En los otros tres costados se ven sólo dos colores: el rojo y el blanco. Y se escucha un solo grito: "Dale León". Ni el más fanáticos de los guionistas de Estudiantes lo habría imaginado mejor. Ya con la goleada como certeza, llega una vuelta olímpica por la cuarta Copa Libertadores. Hay estruendos detrás del escenario de la victoria. Antes del desenlace sucedió un partido con cierta lógica: se impuso el que llegaba con los mejores antecedentes, ese candidato naciente del Apertura. Fue mejor Estudiantes, incluso sin exhibir su mejor versión. Y lo ganó hasta dándose un lujo que en tiempos no tan lejanos le habría resultado muy traumático: prescindió de Juan Sebastián Verón -su emblema- durante 37 minutos. Esta vez los protagonistas principales del éxito fueron los que no aparecen en tantas fotos de tapa: el uruguayo Juan Manuel Salgueiro, quien escuchó la ovación más emotiva desde su llegada al club. El gentilicio se hizo grito de todos, celebración. Había razones: fue oportuno y decisivo. Cada vez que apareció resultó desequilibrante. Los dos mejores ejemplos tuvieron que ver con los dos primeros goles de Estudiantes. En el primero, a los 18 minutos de la etapa inicial, capturó un rebote tras un tiro libre de Leandro Benítez y provocó la primera explosión de una tarde que se empezaba a encaminar para el campeón de América. En el segundo tiempo, a los 23, desbordó, dejó solo ante el gol a Mauro Boselli, quien definió. A esa altura, ya no quedaba mucho espacio para resistencias del equipo del Bosque. Esa jugada, incluso con más de 20 minutos por delante, se pareció mucho a una sentencia. La sensación era inequívoca: se enfrentaban un equipo convencido frente a otro en días de inquietudes. Porque Estudiantes, más allá de que no jugó para aplaudir de pir, fue siempre el que controló el partido, también cuando no tenía la pelota. Y en eso mucho tuvo que ver la notable tarea de sus defensores: impecable Clemente Rodríguez en su primer clásico; implacable Cristian Cellay por arriba y por abajo; líder sin quebrantos Leandro Desábato.Lo de Gimnasia y Esgrima fue la voluntad contra la posibilidad. Jamás consiguió desequilibrar. Sus dos delanteros (Juan Cuevas y José Vizcarra) desmintieron en noventa minutos sus antecedentes positivos. Y dentro de ese marco, sólo quedó ese gladiador capaz de ponerse todo un equipo sobre sus hombros para llevarlo adelante: Fabián Rinaudo. No alcanzó, claro. Tampoco era un día para que a Gimnasia y Esgrima lo rescatara un ocasional superhéroe. El final fue una suerte de decorado. En dos minutos se terminó todo: el tercer gol (una buena resolución de Enzo Pérez ante la salida de Gastón Sessa) y la expulsión de Alvaro Ormeño pusieron a Gimnasia frente a los fantasmas del 7-0. Pero no. Pasó casi nada en el último cuarto de hora. Algunas cargadas propias de un clásico, un puñado de roces, pocas llegadas... Así hasta ese desenlace que fue lo previsible: una fiesta de leones acostumbrados a abrazarse con la gloria.

LA NACION
El torneo Apertura
Con la lógica del rey de América
En el primer partido como local tras ganar la Copa Libertadores, Estudiantes dominó el clásico de principio a fin y venció a Gimnasia por 3 a 0, con goles de Salgueiro, la figura, Boselli y Enzo Pérez; Ormeño se fue expulsado en el Lobo; el Pincha se mantiene con el puntaje ideal
Pasó lo que tenía que pasar, sin un mínimo resquicio para la sorpresa. Ni siquiera aquel más chiquito que algunos llaman utopía. Aquel concepto de lo impensado, de lo imprevisible, se rindió ante la lógica más pura en el clásico. Hubo un campeón de América, Estudiantes, que se movió con la estructura casi intacta, salvo por un par de retoques, y que salió de caza como si aún no hubiese saciado su apetito. Hubo, también, un adversario dubitativo, Gimnasia, que hasta no hace mucho se sintió casi en la B Nacional y al que un milagro lo sostuvo en primera.
Las diferencias quedaron a contraluz. "Es como si hoy jugaran en el Camp Nou Barcelona y Almería... Todos sabemos lo que va a ocurrir...", resumió al paso Martín, resignado hincha de Gimnasia al que su trabajo como vendedor ambulante lo puso en el mismísimo estadio Ciudad de La Plata pese a la veda para hinchas visitantes, minutos antes del partido.
El proyecto le permitió a Estudiantes un comienzo ganador en el torneo. Una base lo sustentó y, con la garra y velocidad de Salgueiro suplió la partida de la Gata Fernández. Con una defensa aclimatada, Albil no sintió los nervios tras la partida de Andújar y el debutante Clemente Rodríguez se acopló sin grandes desperfectos. El resto es conocido: Verón, Braña, Enzo Pérez, Benítez, Boselli. Eso, una idea sostenida en el juego, le trajo las esperadas consecuencias...
Estudiantes se movió en bloque, de a ratos con una sincronización suiza. La rotación entre los mediocampistas pareció casi perfecta. También los relevos, los cambios de frente, los pases... Tuvo un puntal en la ofensiva, Salgueiro, que anotó, asistió y complicó a cada defensor de Gimnasia. El resto, laborioso y aguerrido, cumplió su trabajo. No quedaron puntos flojos. Y eso que Verón no estuvo en su plenitud física ni futbolística.
Estudiantes se desmarcó y jugó fácil porque encontró los espacios con inteligencia. Esa definición fue la que mejor se aplicó al desarrollo. Gimnasia corrió mucho y mal; se vio superado y cayó en una impotencia que lo obligó al foul sistemático durante el primer tiempo; a veces, al juego brusco. Alcanzará con decir que tenía medio equipo amonestado cuando apenas había transcurrido media hora. La defensa dejó una y mil grietas, y los atacantes y volantes se filtraron cuando quisieron.
Salgueiro estuvo avispado, punzante, y aprovechó un rebote después de un tiro libre de Benítez. Gimnasia se desesperó; entró en una conmoción de la que le costó salir; buscó como pudo y cometió infracciones. Apenas eso. No contó con un generador de juego, casi que no acertó dos pases: el primer tiro al arco fue de Romero, pasada la media hora, y salió a unos... siete metros del arco. No funcionó la pegada de Aued ni el despliegue de Romero. Nada. El arco le quedó lejos, tan lejos que le costó enfocarlo.
Gimnasia atacó con algo más de decisión en la segunda parte. Aunque nunca encontró la claridad necesaria como para ocasionarle problemas serios a Albil. Dio la sensación de que Estudiantes reguló las fuerzas y que lo liquidó cuando se lo propuso. Benítez creció y Salgueiro mantuvo la intensidad del juego. Así, en un preciso pase cruzado y a ras del suelo, dejó de cara a la red a Boselli, que soltó el festejo con un toque corto. La impecable resolución de Enzo Pérez ?bajó una pelota y eludió a Sessa?, decoró el resultado en una tarde perfecta. La mente confusa del Lobo ya no dio para más. Apenas le quedó la expulsión de Ormeño, por juego brusco. Estudiantes fue la lógica consecuencia de un campeón de América.
Sessa: entre los insultos y el nerviosismo Sin hinchas visitantes, la gente de Estudiantes le apuntó al arquero de Gimnasia, Gastón Sessa, que surgió de las inferiores del Pincha. Fue el más insultado e, incluso, estuvo a los manotazos con un colaborador de Estudiantes, a un costado del arco, para hacer rápido un saque; el guardavalla fue amonestado por esa jugada.
EL DEBUT Clemente Rodríguez tuvo una aceptable presentación
Procedente de Spartak, de Rusia, el defensor debutó en Estudiantes con una sólida actuación; pese a que normalmente juega por izquierda, ayer lo hizo por derecha y se proyectó con decisión en varios momentos del partido.
LO CURIOSO La hinchada de Gimnasia tiró papelitos desde el cielo
Cuando el partido ya estaba 3-0, un parapente (foto) sobrevoló el estadio Ciudad de La Plata y lanzó papelitos azules y blancos; además, soltó humo con los colores de Gimnasia. La gente del Lobo se las ingenió y, al menos, marcó alguna presencia.
LO LLAMATIVO Un hueco en la popular del Pincha
Conocidos son los problemas internos en la hinchada de Estudiantes, incluso con algunos integrantes de la barra brava detenidos. Pues bien, durante el clásico se mantuvo un espacio vacío en el medio de la popular. No hubo banderas ni menciones directas al conflicto.

Estudiantes no se privó del festejo que reflejó toda la gloria
Dio la vuelta olímpica tras el éxito; "Para nosotros era más importante el partido que la celebración", dijo Desábato

Los festejos son interminables. Nadie en Estudiantes quiso quedarse afuera. Unas 35.000 almas vistieron de rojo y blanco el estadio Ciudad de La Plata. De principio a fin todo resultó una fiesta. Desde la recepción a los jugadores hasta el aplauso final por la victoria en el clásico frente a Gimnasia.
El verdadero festejo estuvo tras el partido. Recién ahí los jugadores dieron la vuelta olímpica con la Copa Libertadores. Con respeto, mucho colorido, fuegos artificiales, una réplica de la copa que se infló en una de las cabeceras y una lluvia de papelitos, los hinchas del Pincha soltaron la alegría.
En el vestuario, con mucha más tranquilidad, los jugadores expresaron sus sentimientos luego del triunfo frente al Lobo. Mauro Boselli, autor del segundo gol, dijo: "Fuimos superiores en todo. Hoy [por ayer] demostramos que somos un equipo solidario, que sabe lo que quiere dentro de la cancha y que todo lo que construimos no fue por casualidad". El delantero agregó: "Ahora tenemos que seguir mirando el campeonato para ver si podemos pelearlo hasta el final. Creo que el grupo se lo merece porque fuimos uno de los pocos clubes que mantuvimos la base. Eso hace que tengamos la capacidad para sostener una gran campaña".
Leandro Desábato manifestó: "Salvo en los diez o quince primeros minutos del segundo tiempo, siempre manejamos el partido. Fuimos a buscarlo, no perdimos la calma cuando ellos nos apretaron un poco y supimos definirlo a tiempo". En cuanto al festejo del final, el defensor aseguró: "Para nosotros era más importante el partido que la celebración. Primero teníamos que jugar bien, no perder la concentración para después poder festejar. Ese fue nuestro pensamiento desde un principio".
Alejandro Sabella tuvo un par de días muy particulares. Con lágrimas, aclaró: "Hace dos días que, prácticamente, no duermo. Primero lo de mi viejo [Luis, que falleció el miércoles último] y ahora el clásico. Lo único que puedo decir es gracias a todos. La gente, mis jugadores, los dirigentes, todos se portaron de maravillas conmigo. Esta actitud la valoro mucho porque demuestra que Estudiantes es una gran familia".
Por último, el director técnico analizó el clásico. "Los jugadores ejecutaron el libreto a la perfección. Tuvimos la pelota, creamos un montón de situaciones de gol y jugamos un gran primer tiempo. Después hubo que regular un poco para tomar aire e ir a buscar de nuevo el partido. Por suerte, las cosas salieron como pretendíamos. Este equipo me enorgullece mucho porque es un grupo sumamente solidario y eso hace que ganen en seguridad y solidez".
Y Estudiantes se entregó definitivamente al doble festejo.
9 son los partidos invictos de Estudiantes ante Gimnasia, con siete éxitos y dos empates; el último grito del Lobo: 4-1, en el Clausura 05.

Jugará con la selección ante Brasil
Verón: la alegría, pese a la contractura
A los 8 minutos del segundo tiempo no aguantó más. Una contractura en la pierna derecha hizo que abandonara el campo de juego y que le dejara la cinta de capitán a Leandro Desábato. Se habla de Juan Sebastián Verón. No participó demasiado ni se vieron sus clásicos pases profundos para los delanteros; tampoco algún tiro libre cerca del área. Pero la Bruja impuso su presencia hasta que los músculos se lo permitieron. Igualmente, no corre peligro su presencia con la selección, ante Brasil, el sábado próximo.
"Supimos manejar los tiempos. Cuando tuvimos que apretar, lo hicimos. Cuando fue necesario parar y regular fuerzas, también. Ahora, en el momento en el que necesitamos definir para no pasar sobresaltos, logramos los goles que nos tranquilizaron y permitieron quedarnos con el clásico. Jugamos un buen partido en líneas generales. Por suerte disfrutamos de la fiesta con nuestra gente. Fue otra gran alegría."
Christian Cellay también salió con algunas molestias menores.

CRONICA
SE QUEDO CON "LA PLATA"
Con goles de Juan Manuel Salgueiro, Mauro Boselli y Enzo Pérez, Estudiantes goleó a Gimnasia, en el clásico, por 3-0.

En el primer tiempo, el encuentro mostró a un Estudiantes más ambicioso que su clásico rival, tal es así que tuvo varias oportunidades para abrir el marcador.
Cada embate local hacía dudar a la defensa del "lobo", que en ofensiva mostró poco, sólo una jugada aislada de Ormeño, que llevo peligro.
De pronto, a los 18 y tras un tiro libre que se desvió en la barrera, el uruguayo Salgueiro capturó el rebote y fusiló a Gastón Sessa que nada pudo hacer.
Tras el gol, Estudiantes tuvo dos chances más para aumentar, pero le faltó punteria y se tuvo que conformar con irse al vestuario ganando por 1 a 0.
En el complemento, Estudiantes sacó a relucir su gran momento y atropelló a su cláscio rival, porque lo dominó en todos los sectores de la cancha y además, porque fue efectivo a la hora de anotar.
A los 23 minutos, el goleador Mauro Boselli anotó el segundo gol, que le dió la estocada final al partido, ya que el "lobo" no tuvo reacción tras ese tanto, y más cuando minutos más tarde se fuera expulsado Ormeño por pisar a un jugador rival.
Como frutilla del postre, Enzo Pérez anotó el tercer tanto a 15 minutos del final, ante una desanimada y desarmada defensa de Gimnasia, que rato atrás bajo los brazos ante la exhibición de Estudiantes.
Estudiantes: Damián Albil; Clemente Rodríguez, Christian Cellay, Leandro Desábato y Juan Manuel Díaz; Enzo Pérez, Rodrigo Braña, Juan Sebastián Verón y Leandro Benítez; Juan Manuel Salgueiro y Mauro Boselli. DT: Alejandro Sabella.
Gimnasia y Esgrima La Plata: Gastón Sessa; Álvaro Ormeño, Rubén Darío Maldonado, Ariel Agüero y Marcelo Cardozo; Sebastián Romero, Fabián Rinaudo, Esteban González y Luciano Aued; Juan Cuevas y José Vizcarra. DT: Leonardo Madelón.

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